jueves, 27 de octubre de 2011

Paradoja

Paradoja de nuestro siglo: los pueblos menos industrializados son quienes ponen la carne intoxicada,  la piel mancillada de sarna, los pulmones atiborrados de aires venenos. Poderosísimas empresas como Bayer bien conocida por su aspirina pero desconocida por sus plaguicidas altamente peligrosos como el endosulfán se encuentran en la mira. Durante más de 100 años se han vendido en todo el mundo plaguicidas de todos los colores, tamaños y sabores; sustancias creadas a partir de estructuras que se adhieren fácilmente a los organismos vivos principalmente en la grasa: ya imaginarán qué otro primer lugar se podría ganar México…

Estos productos  siguen y probablemente seguirán a la venta en todos los poblados y naciones donde vacías convenciones y tratados de  egoístas y paternalistas países desarrollados  no alcanzan a llegar.  Aquí,  en los países a los que gentilmente se les llama “en vías de desarrollo”, es donde germina el cáncer y los hijos deformes, donde se echan al aire  los últimos aerosoles y lo que queda de plaguicidas en las estanterías  prohibidas de las  farmacéuticas.

Los daños a la salud son graves y variados, puede provocar daños al sistema inmunológico, así como daño neuronal y de las conductas, problemas reproductivos o de desarrollo y crecimiento y muchos más.

No sólo los países industrializados no se salvan de esta situación a pesar de que las prohibiciones entraron en vigor hace ya varios años; de hecho ningún recóndito rincón del mundo se salva.  Se han encontrado estas sustancias en lugares donde la demoniaca industrialización no ha alcanzado a llegar… no sólo eso, también se han encontrado concentraciones en lugares donde ni el más astuto hombre ha puesto un pie. Las grises prohibiciones actuales se quedan cortas con lo que realmente tiene que comenzarse a hacer a nivel mundial: remediar el daño actual no es preocupación, es obligación de todos.